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Afrontar, el esfuerzo que realizamos por adaptarnos al camino.

Muy lejos de las definiciones que habitualmente podemos leer sobre  la palabra «Afrontar», está la que trabajamos en terapia, la que ponemos en práctica cada día las personas de a pie, la verdaderamente necesaria para adaptarnos a un mundo cambiante y variable.  Se modifican las condiciones, el contexto, van pasando las estaciones, sube y baja la temperatura, hay cambios vitales en nuestro transcurrir, experiencias que siguen fluyendo y que también nos alteran y nos impregnan. Nuestra manera de pensar cambia, como personas evolucionamos e incluso nuestra memoria se adapta a todas estas alteraciones constantes. Es por tanto, especialmente relevante que sepamos adaptarnos a estos inherentes vaivenes de la vida.

AFRONTAR, es el esfuerzo, cognitivo, conductual que realizamos las personas para hacer frente al estrés, a los cambios, a las demandas externas e internas, a los conflictos… en definitiva para adaptarnos al camino vital. Se trata de una predisposición para enfrentar las diversas situaciones de la vida, fruto de las múltiples experiencias que vivimos.

El tipo de acciones que llevamos a cabo con ese fin, la adaptación, el enfrentarnos a las novedades que se presentan, pueden ser adaptativa (promueven la salud y la adaptación a largo plazo) o desadaptativas (reducen el estrés puntualmente, pero tienen un efecto nocivo a largo plazo), teniendo en cuenta el tipo de estrategias utilizadas, y por lo tanto las consecuencias también serán diferentes.

Pero, ¿cómo decidimos qué hacer en cada momento? ¿por qué el esfuerzo es diferente? En un determinado momento evito o niego un cambio, miro hacia otro lado, y sin embargo en otra etapa diferente, lo hago frente, con actitud luchadora, buscando alternativas o reflexionando sobre lo sucedido. Existen multitud de opciones a la hora de afrontar un suceso, un cambio (un despido laboral, una enfermedad, una separación sentimental, que un hijo se independice, un emabarazo, una pérdida económica, un duelo de un familiar, una mudanza…etc).  Ante esos acontecimiento, aparecen respuestas de nuestro cuerpo, como el estrés (al sentirlas como amenzantes nos preparamos) y reacciones emocionales mediatizadas por un proceso de valoración. Comparamos con experiencias anteriores, rebuscamos en estados de ánimo relacionados, y valoramos anticipadamente y cognitivamente, ese cambio, pensamos en ello, le damos vueltas…

a) Valoración primaria (primer momento): consecuencias que la situación tiene para nosotros.

b) Valoración secundaria (segundo momento): si se percibe como amenaza o desafío, valoramos los recursos de que disponemos para evitar o reducir las consecuencias negativas.

Vamos viendo, hasta ahora, que el esfuerzo que hacemos a diario por adaptarnos, ya sea efectivo o necesitemos varios intentos, está relacionado con lo que hemos vivido hasta el momento en el que llega el cambio, con lo que pensamos, sentimos y con cómo actuamos. Es por eso, que ante un acontecimiento tal, nos decantaremos por una de estas opciones:

Afrontamiento Pasivo/Evitación: Son comportamientos y pensamiento de distanciamiento, de rechazo, como «mantengo la esperanza», «disimulo cómo me siento», «me resigno, pues me controla», «mantengo la esperanza», «me aislo», «no pienso en ello»… Se trata de depositar en otro, que no seamos nosotros el control de la situación, como si la adaptación dependiese del exterior y no de nosotros y de nuestro propio esfuerzo para lograrlo. Por ello, las estrategias utilizadas en este caso son: renuncia, autodistracción, consumo de sustancias, negación, religión, autocrítica, descarga  emocional.

Afrontamiento Activo: Comportamientos y pensamientos de acción directa orientados hacia el conflicto, hacia la situación de cambio que por un momento ha alterado nuestras vidas, como «hablo de ello», «busco ayuda», «busco información», «me intereso por como me siento y lo comparto»,… Y que se traduce en estrategias del tipo: planificación, búsqueda de ayuda familiar o profesional, humor, aceptación, reinterpretación positiva o apoyo emocional.

Mirar hacia nosotros, entender cómo nos sentimos, contemplarnos, mirarnos, y reflexionar al respecto, es el primer paso para el auto-conocimiento y el auto-cuidado, y por lo tanto una mejora en nuestra calidad de vida.

Victoria Sánchez Mújica

Psicóloga sanitaria Ca-00818

Psicoterapeuta familiar/de pareja

Responsable de Proyecto Acompasados

www.proyectoacompasados.com

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