Los pacientes crónicos se encuentran ante una situación diaria de duda, de miedo, de temor, de intranquilidad… Se mantienen en una alerta permanente a nuevos síntomas o a la reaparición de antiguos dolores. La sospecha, de un brote emergente, de un paso hacia atrás en la evolución de la enfermedad, es otra nefasta compañera. Hoy vamos a aprender cómo manejarla y algunos de sus efectos. La incertidumbre en nuestras vidas…
«La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos
no se terminan jamás de deshojar». Mario Vargas Llosa
La incertidumbre es la incapacidad de determinar el significado de los hechos relacionados con la enfermedad. La persona no puede categorizar o estructurar los hechos relacionados con la enfermedad por falta de datos. Se suele sentir en situaciones de enfermedades complejas, cuyo curso se define en brotes o no se puede predecir. Dolencias sobre las que falta información o aún están investigando.
M. Mishel, 1988.
La incertidumbre conlleva: aumento de ansiedad y/o síntomas depresivos, aparición de disfunción sexual, insomnio o fatiga, Disminuye la percepción de control, provoca tensiones en las relaciones familiares y/ laborales y académicas. Provoca sensación de desamparo. A consecuencia de esta situaciones decae el optimismo y, tanto la actitudes positiva como la motivación, aumenta la sensación de amenazas externas y mina la autoestima. Sin olvidar su especial afectación a allegados, familiares y profesionales, creando tensiones en nuestras relaciones con ellos.
¿Es posible que nos afecte en menor medida?
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– Perteneciendo a grupos de iguales donde compartir experiencias y sensaciones.
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– Sumando en afecto, seguridad y aceptación. Potenciando las relaciones interpersonales.
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– Recuperando el control a través de actitudes activas y toma de decisiones, como pacientes.
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– Controlando los pensamientos negativos. No exagerando los conflictos.
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– Buscando ayuda si se necesita.
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– Realizando actividades que nos distraigan.
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– Recordando nuestras fortalezas, de qué hemos sido capaces en el pasado. Fortaleciendo así la autoestima.
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– Expresando sentimientos, incluyendo la vulnerabilidad, sin juzgarnos a nosotros mismos o ser juzgados por los demás. En ocasiones, puede ser necesario compartirlo en un contexto terapéutico y neutral.
Un equipo del área de salud de la Universidad de Michigan, siguió de cerca la experiencia de varios pacientes que iban a ser intervenidos quirúrgicamente. Serían sometidos a una colostomía. Para algunos sería permanente y para otros posiblemente reversible. Así se les informó. Varios meses después de la operación, los pacientes cuya situación era permanente se mostraron más felices que aquellos que pensaban que algún día volverían a su vida anterior. El primer grupo tenía la certeza de lo que iba a suceder y pudo aceptar y afrontar lo que sobrevenía, mientras que el segundo grupo vivió en una incertidumbre a la espera de una promesa, de volver a su «conocida normalidad». El estudio fue publicado en la revista «Health Psychology».
Peter A. Usbel, uno de los investigadores del estudio comentó: » la esperanza es una parte muy importante de la felicidad, pero cuenta con un aspecto negativo. Si la esperanza hace que la gente postergue el seguir adelante con sus vidas, puede interferir con la felicidad».
Parece, por tanto, que la incertidumbre frena nuestra capacidad para asimilar y aceptar un hecho o una situación, y adaptarnos a ella.