Tras un diagnóstico, parece que se abre la puerta a la enfermedad, a los problemas de salud, para que se instalen como quieran y a largo plazo en la vida. Compañeros de habitación de larga instancia, normalmente incómodos, controladores, desordenados, inesperados… una molestia y una preocupación a añadir en el día a día.
La vida da un giro más, y aunque, ya venía girando desde hacía un tiempo con un cúmulo de síntomas, ya le hemos podido poner una etiqueta a ese vaivén. Se sabe qué sucede, pues tiene un nombre, pero se desconoce qué hacer y a veces ni siquiera cómo se siente cada uno: aliviado, enfadado, confundido … Sigue habiendo muchas dudas y preguntas sin resolver en la recámara.
Uno de los aspectos que parece desbaratar, es quién es la persona a partir del diagnóstico, pues irrumpe en diferentes áreas de desarrollo de la persona, y las condiciona. Incluso a la hora de verbalizar o de compartir con otro esas vivencias relacionadas con la enfermedad. «¿Cómo hablar de la enfermedad/trastorno? ¿Digo algo o me callo? ¿Soy un enfermo?». Palabras que hacen hincapié en la identidad, que alteran, que modifican la imagen y consideración de la persona afectada.
El diálogo interno que mantenemos con nosotros mismos (pensamientos), tiene unas implicaciónes, nos ayuda a interpretar la realidad y está relacionado con lo que sentimos y cómo actuamos, con lo que percibimos, y qué sentido le damos. Cambiará, por lo tanto, la manera de tratarnos, de hablarnos, incluso de vernos, dependiendo de cómo nos consideremos.
SOY un/una enferm@ ……………… implica que esa enfermedad forma parte de la esencia de la persona, que se ha modificado incluso su personalidad desde que lo padece. Que cada vez que se mira al espejo, ve en él o en ella la enfermedad, como protagonista de la imagen. Por lo tanto, sus capacidades, habilidades, características, virtudes y defectos, se han visto alterados y modificados, por esta nueva identidad.
¿Consideramos la enfermedad un estado o un rasgo?
ESTOY enferm@………………………… implica una nueva circunstancia en la vida. Una influencia para el ser de una persona, que puede marcar su desarrollo en algunas áreas. Una etiqueta a tener en cuenta, y de la que se necesita obtener información para saber a qué tipo de cambios se expone la persona.
La pregunta, llegados a este punto es ¿Qué lugar le quieres dejar a la enfermedad en tu vida? Y, por lo tanto, ¿Cómo quieres verte? ¿Quién quieres ser? ¿Quién eres?
Porque según la respuesta, cambiará, la convivencia con la enfermedad, el entendimiento de personas significativas y allegados, la propia actitud de la persona afectada, incluso el poder del estigma o etiqueta social, y sobre todo, el propio estado emocional y mental de la persona diagnosticada. Por que la vida no se ve de la misma persona «siendo un enfermo» o «teniendo una enfermedad». No se escoge el diagnóstico o el momento de la vida en que llega pero sí, cómo afrontarlo y qué tipo de respuesta damos a estas preguntas.
Victoria Sánchez Mújica
Psicóloga sanitaria Ca-00818
Psicoterapeuta y responsable de Proyecto Acompasados
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