La enfermedad puede producir cambios en las parejas, en dos direcciones bien diferenciadas. Uno, el distanciamiento o el deterioro, y dos, una oportunidad para que la relación crezca y se afiance. En primer lugar, la dolencia, debe de incorporarse junto con un nuevo estilo de vida que afectará a los dos miembros de la pareja, lo que provocará altibajos, conflictos o tensiones. Es importante, ceder un espacio aún más amplio a la comunicación con la persona que nos acompaña, pareja, compañer@ o cónyuge, para rebajar estas tensiones y poder hablar de preocupaciones, sentimientos… Por ello, hemos querido reflejar unas pautas sencillas que nos ayudará en este esfuerzo común que debemos llevar a cabo por el bien de la relación.