El pasado 8 de abril ofrecimos una charla – coloquio: «Cómo convivir con una enfermedad». Estos son algunos de los puntos más destacados y comentados. Para tod@s aquellos que no pudisteis asistir vamos a resumirlo.
Ante todo, dar las gracias a los asistentes, a los participantes y a los intereseados en estos temas de salud.
El nuevo equipo lo conforman la enfermedad, la persona y su entorno. Y en la confluencia de esos tres puntos debemos estar los profesionales, teniendo en cuenta las múltiples condiciones y/o características que afectan a esas tres áreas y sin perder de vista a las personas, y su padecimiento. La calidad de vida de los pacientes se ve alterada, y el punto de partida es normalizar sentimientos y sensaciones, compartiendo y visibilizando lo que les afecta. Tristeza, enfado, desesperanza, culpa,… son habituales en pacientes crónicos. No son perros verdes, aislados de la sociedad, con cuadros clínicos extraños, son personas que piensan, sienten y deciden, y quieren recobrar el control de sus vidas. Además, en estos momentos sigue en aumento el número de afectados por casuisticas crónicas y cada vez se prolonga por más tiempo la afectación de su enfermedad. Es por ello, que precisan de un mapa, de una guía para saber cómo les va a afectar, en qué áreas de su vida va a haber ajustes. La información implic una mayor adaptación y aceptación de lo que nos sucede.
Como explicamos a lo largo de la ponencia, la enfermedad supone en sí misma un agente estresante, por lo que las personas desarrollarán respuestas para gestionar o evitar esa situación, En ocasiones, luchar rechazar, negar o evitar son estrategias de afrontamiento muy utilixadas, sobre todo, en períodos iniciales o de crisis, pero no acertadas, pues impide una adecuada convivencia con los síntomas. Por otro lado, estrategias positivas serían la contabilización de ventajas o la actitud positiva, entre otras.
Cómo la persona se siente, cómo percibe lo que le sucede, además de sus propias creencias, afectarán en el desarrollo de la enfermedad y en la actitud con la que situarse en su nueva etapa como pacientes. La falta de apoyo, un inadecuado afrontamiento, las creencias paralizantes, u otras causas, pueden provocar nivel de ansiedad elevado y síntomas depresivos o de aislamiento social. Son algunos de los síntomas más destacados en cuadros descritos y cronicidad.
Por ello, una de las alternativas más beneficiosas en estas ocasiones es el tratamiento psicológico, por sus múltiples beneficios. Lo importante es que la enfermedad sea considerada como una circunstancia en nuestra vida, pero no como protagonista o el centro de atención. Para ello, hay que aceptar la nueva autoimagen, los cambios como consecuencia de la enfermedad en las distintas áreas vitales, desculpabilizar a los pacientes, conforntar la realidad, gestionar el estrés y las emociones, disminuir la carga amenazante de las situaciones vividas, desarrollar una actitud positiva y un posicionamiento activo en nuestro cuidado. (y un largo etcétera).