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¿En qué puede ayudar el tratamiento psicológico a mejorar la calidad de vida de los afectados por las enfermedades crónicas?

  Desde el momento en que aparecen los primeros síntomas del malestar, y sobre todo tras el diagnóstico inicial, la enfermedad se convierte en un acompañante en nuestras vidas. Un acompañante no esperado, no deseado pero que se aferra a nosotros, a pesar de los tratamientos y de los cuidados. Nos acompaña a eventos familiares, a trabajar, de vacaciones, a cenar con amigos,… Las sensaciones, los sentimientos,… son múltiples. Nos embriaga la inestabilidad, se tambalea el control que sentíamos sobre nuestro día a día. Esta vorágine nos envuelve y agita, y en muchas ocasiones nos aleja, de los hijos, la pareja, la familia. Es especialmente importante prepararse psicológicamente para este cambio en la vida. La personas nos hacemos conscientes de la pérdida de salud y asumimos el adjetivo que acompaña al diagnóstico, “crónico”.

 

    Este retrato de la enfermedad nos lleva a considerar la atención psicológica como una fuente de comprensión, para nosotros mismos y los que nos rodean. Un modo de manejar la emociones, entender las sensaciones, de rebajar el nivel de estrés ocasionado y afrontar la «nueva realidad». En la intervención psicológica tendremos en cuenta el factor de la duración, al ser un padecimiento «a largo plazo». El tratamiento psicológico, a través de la terapia, dota de estrategias a los pacientes y redescubre sus recursos, es un potente elemento de adaptación y de apoyo emocional, de asesoramiento y orientación, atendiendo a factores asociados a la enfermedad como la ansiedad, la depresión o el nivel elevado de estrés. Tengamos en cuenta, además, que nuestra propia percepción de la enfermedad influye en nuestro sentir.

 

    Las enfermedades, el elemento de cronicidad, son desequilibrantes, desestabilizan la vida del sujeto, eliminan momentos de ocio, entorpecen actividades, dificultan sus labores profesionales,… Por lo que la persona se somete al cambio de manera constante, apesadumbrado, acompañado de dolores. La enfermedad es un fuente de estrés e incluso en ocasiones, un estigma para los “enfermos”, pero también para sus allegados. Es esencial recordar que cada afectado es “ un mundo”, incluso, aunque hablásemos de la misma enfermedad. Por ello, deberán ser atendidos en cada caso particular.

 

La enfefile3061340932147rmedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía: la del reino de los sanos, y la del reino de los enfermos. Y , aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano, cada uno de nosotros, se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.”

Susan Sontag, 2003

Publicado:27 septiembre, 2014 | Comentarios: 6

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